POLISEMIA, HOMONIMIA Y PARONIMIA: El alcaide lo miró de reojo; no podía concebir que semejante menudencia de hombre fuese capaz de mostrar tanto talante. Después de todo -pensó- se trata sólo de un vulgar homicida. No se le escapaba detalle alguno, y la biblioteca de la prisión no tenía nada que envidiarle a muchas de la ciudad. “Tal vez se trate de una auténtica regeneración”, cavilaba Don Jaime ensimismado. “¿ Pero en un indio tan feo?¡ Que estará asechando ese baboso ¡”
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